ESCENA IV. LA MUJER ALTA (VERSIÓN TEATRALIZADA)


Cuarta parte de la versión teatralizada del relato homónimo de Pedro Antonio de Alarcón (1882).

Encontraréis la tercera escena aquí o pinchando en el hashtag "lamujeralta".

Que siga la historia...

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Oscuro. Cambio de ambientación. Sonido de lluvia. La escena se traslada ahora a la cueva donde se encuentran Gabriel, Eduardo, Sebastián y Pablo. Permanecen sentados en el suelo, a la izquierda del escenario. Detrás de ellos hay una roca grande donde se apoya Eduardo.


Eduardo- Perdona, Gabriel, no he querido detener antes tu relato porque me ensimismaba pero, ¿qué hacía esa mujer sola a esas horas de la noche?

Sebastián- Bueno, pudo haber sido una pobre sin hogar o una mujer dedicada a la noche pero, lo peor no es que estuviera sola ni que lo siguiera sino, ¿por qué ese miedo atroz?, (entre risas) ¿tan fea era?

Pablo- ¿Nunca habéis oído ese cuento de pequeños?

Sebastián- ¿De qué cuento hablas?

Pablo- Ése sobre una mujer alta, vieja, fea, esquelética, con dientes separados, con ojos...

Eduardo- ¿Con ojos grandes amarillos? Vamos, que esa historia se parece a la mía...

Gabriel- Con ojos grandes y saltones. Ojos que se clavaban en la nuca si no mirabas y si lo hacías se hundían en los tuyos hasta aterrar.

Sebastián- ¡Eso es cuento de niños!

Pablo- ¡Eso es lo que intentaba aclarar!

Sebastián- (Con burla) Y ese tal Telesforo, ¿temía los cuentos de niños?

Eduardo- ¿Es que nunca has temido algo con tres, cuatro, cinco años de edad y que con el paso del tiempo no se hayan transformado en temores mayores?

Sebastián- Si se transforman, dejan de ser los mismos...

Eduardo- ¿Y acaso no son iguales de irracionales?, ¿acaso sabiendo que no son verdad, tienes ilógicamente el mismo miedo, cual si fuese el ver a un monstruo de niño?

Sebastián- El caso es que esa mujer, por muy fea que fuese, no sería ningún monstruo. Esa pobre mujer se asustaría de igual modo al escuchar gritar de miedo al loco de Telesforo con sus cuentos de terror infantiles...

Gabriel- Sebastián, por favor, Telesforo no era ningún loco. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Eduardo. Muchos miedos nos sobresaltan cuando nos hundimos. Telesforo salió de esa casa de juego aterrado, derrumbado por su temeridad. Le invadía la perturbación... vio a esa mujer y salió corriendo. El caso es que él mismo me contaba que esa misma noche no pudo dormir pensando en la muerte de su padre. Y no sólo eso, sino que no podía separar de su mente tres ideas distintas: su pérdida en el juego, el encuentro con esa mujer y el fallecimiento.

Sebastián- Bueno, era como para no olvidarlo, vaya nochecita que tuvo.

Pablo- Imaginaos, se acaba de arruinar y empieza a pensar que la única salvación a su inmediata pobreza es la herencia de su padre, y cuando llega a casa le dicen que éste ha muerto.

Gabriel- Pues no quedó ahí todo. Esa misma noche de mi visita a casa de Telesforo, me contó que hubo otro suceso inquietante. Una noche, éste salía por última vez de casa de su amante...

Sebastián- ¡Sí, señor! Telesforo era un hombre completito.

Pablo- ¿Telesforo con una amante?, ¿no estaba enamorado de su novia?

Eduardo- Pobre Elena, no se lo merecía.

Gabriel- Por lo visto, aquella noche se lamentaba de que iba a dejar de verla para siempre porque iba a casarse con Elena. Como os decía, Telesforo salía por última vez de casa de su amante...


Se va oscureciendo la escena hasta dar paso al siguiente cambio de ambiente. 

Continuará 

Imagen by Galicia Única

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